A CABALLO.
Subirse a lomos de un caballo para realizar las rutas del Camino de Santiago es la segunda manera más antigua conocida aunque, en tiempos remotos, sólo los peregrinos pudientes podían permitírselo.
Por fortuna, gracias a los servicios de una gran cantidad de empresas hoy en día esta opción es mucho más asequible.Sin embargo, antes de lanzarse a esta aventura equina es importante tener en cuenta toda una serie de aspectos que resultan vitales para poder disfrutar de la experiencia. Para empezar, la preparación física del jinete como del caballo debe ser la adecuada ya que el camino presenta muy diversos ambientes que hay que saber abordar.
En cuanto al equipaje, conviene disponer de un kit específico para el animal que incluya herraje extra, medicinas como cremas, vendajes, gasas, y vitaminas para algún imprevisto, pienso y todo aquello que permita estimularle en momentos de mayor exigencia. Para el jinete no puede faltar un chaleco que permita ser vistos en la distancia o un abrigo si es invierno o se prevén temperaturas bajas. Y, en cuanto a la silla, dado que son muchas horas las que se pasa sobre el caballo, debe ser cómoda para ambos (jinete y animal).
Lo cierto es que no abundan los albergues que cuentan con caballerizas. De ahí que lo más recomendable sea realizar una previsión clara de los alojamientos que ofrecen este servicio y organizar la ruta y las etapas en función de ello. Por lo general, suelen ubicarse en las afueras de los pueblos por mayor accesibilidad aunque, además, ofrecen unas vistas y paisajes espectaculares. Algo que siempre puede aprovecharse para tomarse ese día extra de descanso por semana que permitirá al caballo recuperar fuerzas.
Fuente: Hostelocastelo
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