NO ESTÁS SOLO, PEREGRINO.
El Camino de Santiago es una experiencia que va más allá de lo físico (para creyentes y no creyentes) pero el cuerpo puede resentir de muy distintas formas el peso de kilómetros y kilómetros recorridos. Desde leves rozaduras a problemas de cierta relevancia, la mayor parte de los peregrinos se exponen a una serie de avatares de los que no es tan sencillo escapar.
Algunos de los inconvenientes físicos de un largo trayecto como este pueden prevenirse. Así las irritaciones de la piel, que suelen surgir en la entrepierna, las axilas y zona lumbar, pueden quedar descartadas desde el principio utilizando ropa interior tipo short, aplicando vaselina en las zonas más expuestas y caminando siempre con ropa seca. Se pueden sortear también las quemaduras solares con cremas de protección total, las picaduras con repelentes, el agotamiento físico con una buena preparación previa y las agujetas con estiramientos antes y después de cada etapa. Pero hay otros peligros que acechan al peregrino y que no pueden preverse tan fácilmente:
Las ampollas:
Son el percance más común entre los caminantes. Surgen como resultado del constante rozamiento de la piel con los calcetines y suelen aparecer en los primeros días. Caminar siempre con los pies secos, un calzado cómodo de calidad que haya sido ya utilizado previamente y calcetines sin costuras ni componentes sintéticos pueden minimizar el riesgo de sufrirlas pero no son una garantía. ¿Qué hacer si aparecen? Recomiendan pincharlas con una aguja hipodérmica esterilizada para drenar el líquido interior y secarlas con alcohol o desinfectante. Para que cicatricen correctamente habrá que mantener los pies limpios y secos y proteger la zona con una tirita. Si no se dispone de los elementos necesarios para realizar la intervención , siempre pueden adquirirse en la farmacia más cercana cuya localización puede efectuarse con el buscador del Servicio Gallego de Salud:
http://www.caminodesantiago.gal/es/durante-o-camino/ante-calquera-problema/servicios-de-salud
Los dolores musculares:
Son otra de las molestias que pueden presentarse. No tienen mayor importancia pero no deben confundirse con la tendinitis o inflamación del tendón, cuyo diagnóstico es algo más serio y puede obligar al peregrino a abandonar el Camino. Su tratamiento es prolongado (puede durar hasta meses) y suele aparecer por sobrecarga en las articulaciones (provocada por exceso de peso en la mochila o por la cojera de una ampolla), falta de preparación, exceso de km diarios o deshidratación. ¿Qué hacer en este caso? O bien acudir a un centro de salud o a un Servicio de ayuda local que se puede localizar gracias a la web puesta a disposición por las autoridades sanitarias gallegas:
http://www.caminodesantiago.gal/es/durante-o-camino/ante-calquera-problema/servicios-de-ayuda-locales
La deshidratación:
Es otra causa común de baja entre los peregrinos y puede resultar muy peligrosa. Para prevenirla hay que evitar andar durante las horas más cálidas del día, protegerse con un sombrero, beber agua con frecuencia y hacer etapas cortas las jornadas más calurosas. En su grado más extremo puede provocar un golpe de calor por lo que las consecuencias podrían ser graves. Ante cualquier malestar, los centros de salud o de ayuda local serán los grandes aliados. Y en casos en los que prime la urgencia, conviene llamar al 112 cuanto antes. Pero también existen otros teléfonos de utilidad que se pueden encontrar en el siguiente enlace:
En definitiva, el peregrino NO está solo. Farmacias, centros de salud, de ayuda local, teléfonos de emergencia oficiales además de sistemas gps específicos que facilitan la geolocalización en caso de extravío o necesidad inmediata de asistencia, permiten afrontar el peregrinaje con la protección necesaria. Y es que son todas esas personas que trabajan tras las bambalinas sanitarias las que hacen del Camino un lugar seguro.
Fuentes: caminodesantiago/ gronze.com/ vivecamino Imagen: PIxabay
