EN SITUACIÓN DE DISCAPACIDAD.
El Camino de Santiago es una ruta abierta para todos aquellos que deseen emprender este viaje único. De hecho su atractivo no ha dejado de crecer a lo ancho y largo del planeta convirtiéndola en una de las peregrinaciones de referencia. La pregunta es si está preparada para acoger también a las personas que sufren de algún tipo de discapacidad y garantizar una experiencia tan especial como segura y accesible.
No está de más recordar que ya en la Edad Media quienes sufrían de movilidad reducida se lanzaban a la aventura en busca de alguna cura o milagro por lo que no constituía una empresa imposible. Es cierto además que, con el descubrimiento de los restos de Santiago el Mayor, se abrieron múltiples caminos y senderos adicionales , se fue mejorando el estado de las calzadas con la construcción de puentes y se completó la calidad del recorrido con la apertura de hospitales y albergues. Los desafíos físicos no desaparecieron pero obviamente, alcanzar la meta se hacía mucho más fácil.
En la actualidad, las cosas han evolucionado mucho más y existen diversidad de proyectos concretos para situaciones en las que se presentan impedimentos físicos. Ya se trate de una minusvalía visual o auditiva, el Camino cuenta con una infinidad de recursos ajustados y orientados a la completa accesibilidad para planificar correctamente la ruta.
No obstante, siempre es recomendable determinar con antelación y exactitud la condición física de la que se trata para poder estructurar la distancia adecuada en cada caso. Igualmente conviene asegurar el acompañamiento de una segunda o tercera persona y estar pendientes del entorno para evitar sorpresas y anticipar los posibles problemas. En definitiva, se trata simplemente de tomar ciertas precauciones para poder disfrutar de toda la experiencia.
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