EL ASNO DE SANTIAGO.
Una de las más conocidas tiene su origen en Pamplona y gira en torno al asno del Apóstol. La tradición cuenta que una familia procedente de Francia quiso pasar noche en la capital navarra para descansar. Su estancia, sin embargo, se vió forzosamente prolongada debido a una repentina enfermedad que terminó quitándole la vida a la madre pasado un tiempo. El viudo y sus dos hijas le presentaron los respetos oportunos y con una profunda tristeza a la espalda decidieron proseguir su camino.
No obstante, antes de que iniciaran el viaje, el dueño del refugio les reclamó un pago insólitamente excesivo por el alojamiento. Al no disponer de tal elevada cantidad de dinero, el esposo decidió ofrecer su asno y así saldar la deuda pendiente. Una vez zanjado el acuerdo, se pusieron en marcha. A la salida de la ciudad encontraron un lugar donde rezar y solicitar a Santiago un poco de suerte, que falta les hacía. En aquel instante, un amable anciano se acercó a la familia y, después de intercambiar unas palabras, les obsequió con un pollino.
A la llegada a la santa ciudad, el esposo tuvo una visión. En ella se revelaba que el gentil anciano era en realidad el Apóstol y que él, en realidad, era quien había les ofrecido el pollino. Con este elocuente pensamiento sobre su cabeza, decidió regresar al hostal en el que habían sufrido la tragedia de la muerte de su esposa y hablar con el posadero. Entonces le contaron que había fallecido a causa de un terrible accidente, hecho que todo el mundo interpretó como un castigo divino merecido por la denostable conducta que había demostrado con la familia en su momento. Y así nace el espíritu de solidaridad y gratitud de los peregrinos, de humildad y buena disposición claves para vivir el Camino en orden y armonía.
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